Victoria Streppone; Rodrigo H. Amuchástegui
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Comprender el sadismo no es comprender una práctica que puede ser tan vieja como la humanidad, sino situarla en su contexto histórico de origen. Es decir los finales del siglo XVIII y principios del XIX (recordemos que Sade vivió de 1748 a 1814). Al mismo tiempo, al hacerlo así, debemos detenernos a reflexionar sobre las formas arquitectónicas y los usos del espacio que se relacionan con Sade. Pues, dice Foucault, “no es casualidad que el sadismo, como fenómeno individual que lleva el nombre de un hombre, haya nacido del confinamiento y en el confinamiento, y que toda la obra de Sade esté dominada por las imágenes de la fortaleza, de la celda, del subterráneo, del convento, de la isla inaccesible, que son los lugares naturales de la sinrazón . (p.37 HLII cast).Sin embargo, nuestra perspectiva de análisis busca situar a Sade en relación con la arquitectura de su época, como época disciplinaria, y en consecuencia, más que un exponente de las formas y lugares de la sinrazón, como la expresión de una racionalidad arquitectónica afín a las de las diferentes instituciones de secuestro foucaultiana.