Víctor J. Krebs
Description:
La comunidad de los kogi, presuntamente la última y más completa civilización sobreviviente de la América precolombina, recluida en los Andes colombianos y enraizada en su pasado arcaico, ha permanecido intacta y distante del mundo civilizado por casi 500 años. Pero aproximadamente hace diez años decidieron hablarnos a través del autor de un libro sobre los kogi, a quien invitaron a su ciudad escondida. Como él explica:"Los Hermanos Mayores se creen los guardianes de la vida en la tierra; han visto el comienzo de cambios que marcan el fin de la vida. El mundo está empezando a morir. Ellos saben que nosotros estamos matándolo."Con esta historia quiero reflexionar sobre el sufrimiento en función del sufrimiento que presenciamos en el mundo hoy en día. Y este relato nos proporciona lo que podríamos concebir casi como una imagen onírica de las primeras señales naturales de ese sufrimiento en nuestra conciencia contemporánea; me permite al mismo tiempo sugerir una continuidad entre la ceguera destructora responsable del desequilibrio ecológico. El propósito de esta lectura arquetipal es evitar aproximarnos a estos eventos históricos, como acostumbramos, en función de explicaciones polarizadas y polarizantes, sino más bien en función de una única dinámica psíquica de la cual los reconozcamos como manifestaciones mutuamente complementarias. En otras palabras, se propone aquí una lectura desde la cual podamos considerar estos eventos en función de los complejos inconscientes de nuestra historia, desde un horizonte más amplio que el que nos proporcionan las intenciones explícitas y las ideologías que más bien bloquean nuestra visión y nublan nuestra comprensión de ellos.Es claro que la adopción de esta perspectiva es un reto para nuestros tiempos, pues estamos acostumbrados a pensar extrovertidamente, concibiendo la situación siempre de manera intelectual en términos de culpabilidad, desde una postura moralista que se resiste a ver los fenómenos como algo interno a nosotros mismos. Estamos acostumbrados, en otras palabras, a ver las cosas desde la perspectiva del ego.19 La preponderancia de esta postura no sólo confirma la afirmación de que Dioniso, como el dios que nos conecta con la emoción humana y la limitación, es el dios más reprimido de Occidente, sino que nos muestra además el grado al que estamos dominados por el titanismo en nosotros e incapaces de juzgar ningún evento significativo en el mundo desde una perspectiva más profunda y balanceada.