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Para el psicoanálisis, la obra del pensador francés Georges Bataille (Billom, 1897-Orleáns, 1962) no sólo indica la posibilidad de retomar algunas nociones interesantes a propósito de la subjetividad, o la ocasión para ratificar algunos de sus fundamentos teóricos, sino que indica la existencia de un pensamiento - muchas veces incomprendido en su esencia - que se dedicó enteramente a dar testimonio de una idea neurálgica de la cual emana gran parte de la experiencia psicoanalítica, a saber, la vida humana como posible sólo en base a la presencia de un vacío de saber, y la atadura de los sujetos a ese punto a-histórico denominado la Cosa, lugar del goce total. En otros términos, en muy pocas obras de la literatura se encuentra plasmada tan frontalmente la división del sujeto, su dolor concomitante y la estrecha relación que ambos fenómenos guardan con el deseo y la pulsión, como en la obra de Georges Bataille, de allí su especial importancia para todo aquél que la encuentra en su formación como psicoanalista, o de manera más general, para quien la halla en su afán por responder a las preguntas más incesantes que habitan en su corazón siempre a partir de una imperiosa disquisición referente al mundo parlante.Dicha afinidad entre Bataille y el psicoanálsis freudo-lacaniano no es del todo casual, pues se sabe del acercamiento de Bataille a la obra de Freud y de su análisis con Adrien Borel en los años veinte, y sobre todo, se conoce que Bataille mantenía una cercanía notable con Jacques Lacan, al lado de quien asistió a los seminarios de Alexander Kojève en torno a Hegel, y quien además contribuyó a la confección de su célebre libro El erotismo; por otro lado, en los años treinta el mismo Lacan se casaría con la actriz Sylvia Bataille, quien evidentemente antes había sido esposa del mismo Georges Bataille.Sin embargo, más allá de las concordancias históricas con carácter de anécdota entre Bataille y el psicoanálsis, insisto en poner énfasis en otra concordancia, ésta más bien de tipo existencial, que ya he introducido y a propósito de la cual el presente artículo versará; nexo que se traduce en una apreciación de la vida humana como la única desgarrada por el anhelo de consistencia, bordeada por la noción de ausencia que el orden simbólico imprime, noción de la que tanto Bataille como el psicoanálisis beben, al extremo de apreciar algunos de los temas más apremiantes del quehacer humano como lo son la ciencia, la filosofía, el erotismo y el arte (en especial la poesía), en base precisamente a ese agujero que constituye la respuesta a la pregunta por lo fundamental del hombre y su entorno que, Bataille, en algún momento, y Lacan, de manera constante, han denominado lo real.