La luz, si se nos admite usar esta denominación para la radiación electromagnética en todo el rango del espectro, es la señal que nos llega del Universo. La luz, parafraseando a Galileo, es la mensajera celestial que nos aporta la información sobre los astros, sus propiedades y sus vicisitudes.
Desde las observaciones visuales sin ayuda instrumental, hasta las más recientes
capaces de explorar todo aquel rango, desde las ondas de radio hasta los rayos γ más
energéticos, las observaciones astronómicas han consistido en colectar primero y
analizar después esa luz, débil, que nos llega de las estrellas. Aun sólo con las
observaciones visuales, y valiéndose de instrumentos de medida de ángulos, la
Astronomía de posición consiguió elaborar un panorama completo de los planetas y
sus movimientos, y describir el Universo tal y como entonces se percibía. La entrada
en escena del telescopio constituyó una extraordinaria revolución que supuso poner
un nuevo Universo, infinitamente más vasto y rico que el anterior, a disposición de
la ciencia que estaba emergiendo.
El libro nos relata el descubrimiento de los planetas mediceos, que así llama su
descubridor a los cuatro satélites mayores de Júpiter. Y las observaciones de la Luna,
de las estrellas fijas y de la Vía Láctea. Con las revoluciones de los mediceos
alrededor de Júpiter, profusamente ilustrada por Galileo en su obra, queda afirmado de manera rotunda el sistema copernicano, y con la actitud metodológica de Galileo se cimenta la Ciencia moderna. A partir de ese momento, el firmamento se
convierte en fuente inagotable de descubrimientos y sorpresas. La aplicación, dos siglos más tarde, de la naciente espectroscopia al análisis de la luz estelar abrirá el camino de la Astrofísica y, con él, el de la comprensión de los fenómenos que se observan en el cielo.
Mientras, Newton enunció su ley universal de la gravitación en 1687. Universal
porque rige para todos los cuerpos, en la tierra y en los cielos. Se comprenden los
movimientos de los planetas y se predicen sus posiciones. La confianza en su
capacidad es total y, por un método en cierto modo análogo al que después nos ha
permitido llegar a los conceptos que hoy maneja la Cosmología, se predice la
existencia de otros planetas.
Ése era el Universo para los científicos hasta comenzado el siglo XX.
El avance, en materia de Cosmología, será sin embargo lento. Los datos se
toman con dificultad debido a la poca sensibilidad de los detectores usados hasta
tiempos relativamente recientes. De modo que la acumulación de información,
necesaria para poder extraer conclusiones fiables, es muy costosa. Es por ello de
resaltar el golpe de genio que supone el hallazgo por el mismo Hubble de la ley que
lleva su nombre. La ley de Hubble se constituye en la piedra angular de la Cosmología actual.
En ese recorrido de décadas hacia la determinación de esos parámetros, el
progreso en el conocimiento astrofísico ha sido extraordinario. Si la Ciencia avanza sobre todo cuando se plantean nuevos problemas
fundamentales, no cabe duda de que la Astrofísica y la Cosmología han hecho una
aportación extraordinaria, desafiando a la Física a resolver los problemas que la
paciente acumulación de datos y elaboraciones ha planteado.
Agradecemos el esfuerzo de los integrantes del Observatori de l’Universitat de València por disponer de imágenes e ilustraciones de calidad adecuada.
Queremos agradecer también a Susana Asensio por su trabajo y por su paciencia, digna del mejor de los astrónomos.
Son varios centenares los astrónomos de todo el mundo que dedican su esfuerzo a esta
disciplina, a los que se vienen sumando físicos de otras especialidades, atraídos por la
precisión y sentido físico que los primeros han sido capaces de dar a su trabajo. Y son
muchos más los que, con sus elaboraciones y puntos de vista, intervienen también en
los debates que se suscitan.
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