Tesis doctoral de la Universidad de León, Departamento de Producción Animal y la Estación Agrícola Experimental de León.--Fecha de lectura:20-06-2008
[ES] El crecimiento y desarrollo de la glandula mamaria es un factor determinante de la capacidad de produccion de leche de los animales. Se sabe que en el ganado vacuno elevados niveles de ingestión de energía durante la etapa prepuberal pueden afectar negativamente a este desarrollo mamario y perjudicar, por tanto, la capacidad de producción de leche de los animales. Sin embargo, en el ganado ovino apenas existe información al respecto.
Por tanto, este trabajo de investigación se llevó a cabo con el objetivo general de estudiar, en corderas de raza Assaf Española, el efecto del nivel de ingestión de energía entre el nacimiento y los 5 meses de edad sobre el ritmo de crecimiento de los animales, el desarrollo de la glándula mamaria y la producción de leche en la primera lactación.
Para ello, se utilizaron 120 corderas de raza Assaf Española criadas en condiciones experimentales, de acuerdo con un diseño factorial 2×3, definido por 2 niveles de ingestión durante el periodo de lactancia [Alto Lactancia (AL: 1,5 MJ EB/kg PV0,75 y día) y Restringido (Rs: 0,9 MJ EB/kg PV0,75 y día)] y 3 niveles de ingestión entre el destete y los 5 meses de edad (primera fase de la recría) [Alto (A: pienso de recría suministrado ad líbitum), Medio (M: 25 g de pienso/kg de peso vivo y día) y Bajo (B: 15 g de pienso/kg de peso vivo y día)]. Durante esta primera fase de la recría todos los animales dispusieron de paja de cebada a voluntad. Una vez concluida esta fase, los animales se alimentaron, independientemente del tratamiento previo, con una misma ración completa, suministrada ad líbitum cuya composición se fue adaptando a los distintos periodos (entre los 5 meses de edad y el final de la primera lactación).
A lo largo de toda la prueba se controló semanalmente el peso vivo (PV) y la ingestión de alimento. Además, se estimó la composición de la glándula mamaria (volumen de los tejidos parenquimatoso y extraparenquimatoso) a los 5 y 10 meses de edad mediante tomografía axial computariza (TAC), se utilizó la ecografía para valorar el área de la cisterna mamaria en el momento previo a la cubrición de las ovejas (pregestación), durante la gestación (a los 90 y 135 días) y a distintos intervalos de ordeño en la lactación (8, 14 y 22 horas posordeño), y se realizó un análisis morfométrico de la glándula mamaria mensualmente durante la fase de lactación (volumen, perímetro, anchura y profundidad de la ubre, altura de las cisternas y longitud, anchura y ángulo de inserción de los pezones).
Así mismo, se analizó la concentración sérica de las hormonas GH (hormona del crecimiento), IGF-I (factor de crecimiento tipo insulina), insulina y prolactina en el momento del destete, a los 5 y 10 meses de edad y al inicio de la lactación. Además, a lo largo de la primera lactación se controló la producción de leche y se determinó su composición (grasa, proteína, lactosa y extracto seco).
Como consecuencia del propio diseño experimental, el PV de los animales en el momento del destete, fijado para unos mínimos de edad, PV e ingestión de alimento sólido, fue diferente entre tratamientos (P<0,001; con medias de 17,8 y 13,7 kg para los grupos AL y Rs, respectivamente) al igual que ocurrió con las ganancias diarias de PV (GDPV; 250 y 208 g/día; P<0,001). En ninguna de las fases posteriores se observaron diferencias significativas (P>0,10) ni en la ingestión de materia seca (MS) ni en la GDPV o el PV relacionadas con el nivel de alimentación recibido durante la lactancia, debido probablemente al enmascaramiento de este efecto por los niveles de ingestión de concentrado fijados para la primera fase de la recría.
Durante esta primera fase de la recría, y debido también al diseño experimental, tanto la GDPV de los animales como el PV final fueron significativamente diferentes entre tratamientos (P<0,001), situándose la GDPV en valores de 261, 161 y 105 g/animal y día y el PV final en 42,2; 32,8 y 26,1 kg para los tratamientos A, M y B, respectivamente.
Ni en la segunda fase de la recría (comprendida entre los 5 y los 10 meses de edad) ni en los periodos de gestación y lactación se observaron diferencias (P>0,10) entre tratamientos en los valores medios de ingestión de ración completa, siendo estos de 1,76; 1,58 y 2,34 kg MS/animal y día para cada uno de los tres periodos, respectivamente. A pesar de esto, durante la segunda fase de la recría, los animales del tratamiento B tuvieron un ritmo de crecimiento un 8% superior a los del tratamiento M y estos últimos, a su vez, un 28% superior a los del tratamiento A (P<0,001). Estas diferencias en la GDPV podrían deberse, por una parte, a la mayor capacidad de ingestión de los animales de los tratamientos M y B en función de su tamaño corporal, relacionado posiblemente con el elevado consumo de paja de cebada que presentaron durante la fase anterior. Por otra parte, podría también ser debido a unas menores necesidades de mantenimiento de estas corderas (M y B) como consecuencia de su menor PV, lo que unido al motivo anterior (mayor ingestión) pudo dar lugar a la manifestación de un crecimiento compensatorio.
Sin embargo, y pese a las diferencias observadas en la GDPV de las corderas entre los 5 y los 10 meses de edad, en el momento de la cubrición (10 meses de edad) el PV de los animales todavía presentaba diferencias entre tratamientos (70,3; 64,4 y 58,9 kg en los grupos A, M y B, respectivamente; P<0,01). Ni al final de la gestación ni en el momento del secado, el PV varió entre tratamientos (P>0,10), alcanzando un valor medio de 83,6 y 78,0 kg para cada una de las fases.
La diferente GDPV de los animales durante la primera fase de la recría supuso que, tanto a los 5 como a los 10 meses de edad, el volumen total de la glándula mamaria y el del tejido extraparenquimatoso (estimados mediante TAC) fuesen diferentes entre tratamientos (P<0,001), mientras que el del tejido parenquimatoso sólo lo fue a los 10 meses de edad (P<0,05). En todos los casos, el mayor volumen se observó en los animales del tratamiento A, lo cual podría deberse, en parte, al mayor PV de estas corderas en ambos momentos. A pesar de esto, a los 5 meses de edad el porcentaje de parénquima mamario era superior (P<0,001) en los animales del tratamiento B de la fase de recría (13, 19 y 38% para los tratamientos A, M y B, respectivamente) mientras que estas diferencias desaparecieron a los 10 meses de edad. Por el contrario, el volumen de tejido extraparenquimatoso en este momento fue un 38% menor en los animales del tratamiento B respecto a los otros dos (340, 293 y 196 cm3 para los animales de los tratamientos A, M y B, respectivamente; P<0,01).
El tratamiento recibido durante la fase de lactancia no ocasionó diferencias en el área de la cisterna mamaria en ninguna de las fases en que esta fue controlada (P>0,10). Sin embargo, en el momento previo a la sincronización de la ovulación se observó una mayor área cisternal (P<0,01) en los animales pertenecientes al tratamiento A de la fase de recría (0,60 cm2) respecto a los animales del tratamiento B (0,29 cm2), presentando los del tratamiento M un valor intermedio (0,34 cm2). Los bajos valores observados en el área de la cisterna mamaria podrían deberse al hecho de que la principal función de esta estructura es la de permitir el acúmulo de la leche secretada por el animal durante el intervalo entre dos ordeños, y en este momento de la vida del animal no existía secreción láctea. Por otra parte, las diferencias entre tratamientos podrían explicarse por el distinto volumen total de glándula mamaria señalado en el apartado anterior.
No se observaron tampoco diferencias estadísticamente significativas (P>0,10) en el área cisternal ni a los 90 ni a los 135 días de gestación (0,54 y 3,57 cm2, respectivamente), ni durante la lactación (con valores medios de 37,8; 43,4 y 48,3 cm2 a las 8, 14 y 22 horas posordeño, respectivamente). El incremento observado en el área de la cisterna mamaria a medida que se acerca el momento del parto o que aumenta el intervalo entre dos ordeños concuerda lógicamente con su función para la acumulación de la leche.
Por lo que se refiere a la morfología mamaria durante la lactación, únicamente se observaron diferencias significativas en el perímetro de la ubre en el primer mes, cuando el mayor valor correspondió a los animales del tratamiento A de la fase de recría (56, 51 y 52 cm en los tratamientos A, M y B, respectivamente; P<0,05). El resto de parámetros morfológicos no mostró diferencias significativas (P>0,10), referidas a ninguno de los dos efectos principales, en ninguno de los momentos de la lactación en que se controlaron, lo cual podrían relacionarse con la ausencia de diferencias en la producción de leche a lo largo de la lactación. En este sentido, se observaron correlaciones positivas entre la producción de leche y la mayoría de los parámetros definitorios de la morfología externa de la ubre, aunque no con los relativos a los pezones.
En relación al perfil hormonal, en el momento del destete únicamente se encontraron diferencias significativas (P<0,01) debidas al nivel de ingestión en la concentración de IGF-I (437 y 314 ng/ml para los animales de los tratamientos AL y Rs, respectivamente). Esta hormona también mostró diferencias entre tratamientos, al igual que la insulina, a los 5 meses de edad (P<0,01), siendo mayor la concentración de ambas cuanto mayor había sido la cantidad de pienso ingerida por los animales. La GH únicamente mostró diferencias significativas debidas al tratamiento recibido durante la fase de recría a los 10 meses de edad (5,5; 7,2 y 6,8 ng/ml para los tratamientos A, M y B, respectivamente; P<0,05) y al inicio de la fase de lactación (P<0,01), donde el mayor valor correspondió a los animales del tratamiento B (6,6 ng/ml). Para la prolactina se observaron unos valores medios de 224, 219 y 305 ng/ml en los tratamientos A, M y B, respectivamente (P<0,001) durante la lactación, mientras que en el resto de las fases no se observaron diferencias significativas (P>0,10), tal y como cabría esperar dada su función lactogénica y galactopoyética.
El tratamiento recibido por los animales durante la lactancia no afectó significativamente (P>0,10) ni a la fertilidad ni a la prolificidad de los animales, con tasas muy próximas al 80% y al 160%, respectivamente. Sin embargo, la ingestión de alimento durante la primera fase de la recría, aunque tampoco provocó diferencias en la prolificidad (P>0,10), sí dio lugar a una tasa de fertilidad mayor (P<0,05) en los animales del tratamiento B (90%), lo que podría estar relacionado con una mayor disponibilidad de progestágeno en estas corderas, ya que aunque presentaban un menor PV y condición corporal en el momento de la sincronización de la ovulación, a todas se les aplicó la misma dosis de FGA (acetato de fluorogestona, 80 mg).
Ninguno de los tratamientos a los que fueron sometidos los animales durante las fases de lactancia y recría provocó diferencias en la producción de leche medida cada semana, observándose un valor medio de 1,59 y 0,76 kg/animal y día para las fracciones de leche ordeño y residual, respectivamente (P>0,10). Tampoco la estimación de la producción de leche normalizada a 150 días de ordeño y la persistencia de la lactación fueron significativamente diferentes (P>0,10) entre tratamientos, siendo los valores medios para estos parámetros 260 kg/animal y -22,9 g/semana, respectivamente. De acuerdo con estos resultados, parece que las variaciones observadas en la composición de la glándula mamaria a los 5 y los 10 meses de edad no se mantuvieron durante la lactación, lo cual ocasionó que no se observasen diferencias significativas en ninguno de los parámetros relativos a la producción de leche. De la misma manera, tampoco la composición de la leche fue diferente entre tratamientos (P>0,10), ni en el porcentaje de cada uno de sus componentes (grasa, proteína, lactosa y extracto seco) ni, lógicamente, en la cantidad producida diariamente de cada uno de ellos, ya fuera en la fracción de leche ordeño o residual.
Como conclusión final, podría decirse que en corderas de raza Assaf Española el nivel de ingestión de energía desde el nacimiento hasta los 5 meses de edad, aunque influye tanto en el crecimiento de los animales como en el desarrollo de la glándula mamaria, al menos hasta los 10 meses de edad, no afecta ni a la producción ni a la composición (grasa, proteína, lactosa y extracto seco) de la leche durante la primera lactación.
A pesar de que se trata de estudios preliminares, parece que la producción de leche de las corderas de raza Assaf Española no se ve afectada por el nivel de ingestión de concentrado durante la fase previa a la pubertad, por lo que no sería recomendable, teniendo en cuenta el actual precio de las materias primas para la alimentación del ganado, que los animales dispongan del alimento concentrado ad líbitum. Además, ritmos de crecimiento moderados (en torno a 150 g/día, logrados con el tratamiento M) permiten que se alcance el PV adecuado para la cubrición a una edad temprana (8-9 meses) y no se alargue el periodo no productivo de los animales.
[IT] L’accrescimento e lo sviluppo della ghiandola mammaria sono fattori determinanti della capacità di produzione del latte degli animali. Si è visto nei bovini che, elevati livelli di ingestione di energia durante il periodo prepuberale possono influenzare negativamente lo sviluppo mammario e, in questo modo, ridurre la capacità di produzione del latte degli animali. Negli ovini gli studi effettuati in questo senso sono pochi e frammentari.
Lo scopo di questo lavoro di ricerca è stato quello di studiare in agnelle di razza Assaf Spagnola l’effetto del livello di energia ingerita tra la nascita ed i 5 mesi di vita sull’accrescimento degli animali, sullo sviluppo della ghiandola mammaria e sulla produzione di latte nella prima lattazione.
Per ragiungere questo obiettivo sono state utilizzate 120 agnelle di razza Assaf Spagnola allevate con un disegno sperimentale fattoriale 2×3, definito da 2 livelli di ingestione di succedaneo del latte nel periodo di allattamento [“Alto” (AL: 1,5 MJ EB/kg PV0,75 al giorno) e “Ristretto” (Rs: 0,9 MJ EB/kg PV0,75 al giorno)] e 3 livelli di ingestione di mangime tra lo svezzamento e i 5 mesi di età (prima fase della crescita) [“Alto” (A: mangime di rimonta somministrato ad libitum), “Medio” (M: 25 g di mangime/kg PV al giorno) e “Basso” (B: 15 g di mangime/kg PV al giorno)]. Durante questa prima fase della crescita tutti gli animali avevano a disposizione paglia di orzo ad libitum. Dopo il compimento dei 5 mesi di età tutti gli animali sono stati alimentati, indipendentemente dal trattamento precedente, con la stessa “total mixed ration” somministrata ad libitum e con una composizione adeguata ai loro fabisogni produttivi.
Per tutto il periodo sperimentale, è stato controllato settimanalmente il peso vivo e l’ingestione di tutti gli animali. Inoltre, è stata stimata la composizione tessutale della ghiandola mammaria (volume dei tessuti parenchimatico ed extraparenquimatico) a 5 e 10 mesi di età mediante tomografia assiale computerizzata (TAC), è stata utilizzata la tecnica ecografica per valutare l’area della cisterna mammaria prima dell’accoppiamento delle agnelle (pregestazione), nel corso della gestazione (a 90 e 135 giorni) e durante la lattazione (8, 14 e 22 ore postmungitura) ed è stata eseguita l’analisi morfometrica della ghiandola mammaria con una frequenza mensile durante la fase di lattazione (volume, perimetro, larghezza e profondità della mammella, altezza delle cisterne e lunghezza, larghezza e angolo de inserzione dei capezzoli). Inoltre, è stata analizzata la concentrazione serica degli ormoni GH (ormone della crescita), IGF-I (fattore di crescita insulino simile),insulina e prolattina allo svezzamento, a 5 e 10 mesi di età ed all’inizio della fase di lattazione. Durante la prima lattazione è stata controllata la produzzione del latte e determinata la sua composizione (grasso, proteina, lattosio e residuo secco).
Come previsto dal disegno sperimentale, il PV degli animali al momento dello svezzamento, fissato per valori minimi di età, peso vivo ed ingestione di alimento solido, è stato differente tra i trattamenti (P<0,001; pari a 17,8 e 13,7 kg per i trattamenti AL e Rs, rispettivamente) e simile a quello osservato nell’incremento giornalero di PV (250 e 208 g/giorno; P<0,001).
In nessuna delle fasi successive sono state osservate differenze significative (P>0,10) sia per quanto riguarda all’ingestione di sostanza secca (MS) che all’accrescimento e il PV in risposta alla quantità di alimento ricevuta dagli animali nel periodo di allattamento. Probabilmente, questo risultato è imputabile ai livelli di ingestione di concentrato fissati per la prima fase della crescita i quali hanno reso poco evidenti gli effetti delle diverse quantità di alimento somministrate durante il periodo suddetto.
Durante questa prima fase della crescita, e dovuto anche al disegno sperimentale, sia l’accrescimento giornalero degli animali che il PV alla fine di questa fase sono stati significativamente diversi tra trattamenti (P<0,001), essendo l’accrescimento giornalero di 261, 161 e 105 g/capo e giorno ed il PV finale di 42,2; 32,8 e 26,1 kg per i trattamenti A, M e B, rispettivamente.
Nella seconda fase della crescita (compresa tra i 5 ed i 10 mesi di età) e nei periodi di gestazione e di lattazione non sono state osservate differenze significative (P>0,10) tra i trattamenti nei valori medi di ingestione di “total mixed ration”, essendo questi di 1,76; 1,58 e 2,34 kg MS/capo al giorno per ognuno dei tre periodi, rispettivamente. Nonostante questo, durante la seconda fase di crescita, gli animali appartenenti al trattamento B hanno mostrato un ritmo di accrescimento dell’ 8% superiore a quelli del trattamento M,mentre questi ultimi hanno evidenziato un accrescimento del 28% superiore a quello del trattamento A (P<0,001). Queste differenze nell’incremento giornalero di PV potrebbero essere dovute, in parte, alla maggiore capacità di ingestione degli animali dei trattamenti M e B in relazione alla loro dimensione corporea, come conseguenza, probabilmente, dell’elevata ingestione di paglia di orzo di questi animali nella fase precedente. Oppure, potrebbe essere dovuta ai più bassi fabbisogni di mantenimento delle agnelle dei trattamento M e B come conseguenza del loro più basso PV, che unito al fattore suddetto (maggiore ingestione) ha comportato il manifestarsi dell’accrescimento compensativo.
Tuttavia, nonostante le differenze osservate nell’accrescimento giornalero delle agnelle tra i 5 e i 10 mesi di età, al mometno dell’accoppiamento (10 mesi di età) il PV degli animali era ancora diverso tra i trattamenti (70,3; 64,4 e 58,9 kg nei trattamenti A, M e B, rispettivamente; P<0,01). Né alla fine della gestazione né al momento dell’asciuta il PV è stato diverso tra i trattamenti (P>0,10), raggiungendo un valore medio pari a 83,6 e 78,0 kg rispettivamente.
Il differente incremento giornalero di PV degli animali durante la prima fase della crescita ha comportato che sia a 5 che a 10 mesi di età, il volume totale della ghiandola mammaria e quello del tessuto extraparenchimatico siano stati differenti tra trattamenti (P<0,001), mentre il tessuto parenchimatico è stato diverso soltanto a 10 mesi di età (P<0,05). In tutti i casi, il maggiore volume è stato osservato per gli animali del trattamento A, e questo potrebbe essere dovuto, in parte, al più alto PV di queste agnelle in emtrambi i periodi. Nonostante questo, a 5 mesi di età la percentuale di parenchima mammario è stato maggiore (P<0,001) negli animali del trattametno B della fase di crescita (13, 19 e 38% per i trattamenti A, M e B, rispettivamente) mentre queste differenze sono scomparse ai 10 mesi di età. Al contrario, il volume di tessuto extraparenchimatico in questo momento è stato del 38% minore negli animali del trattamento B rispetto agli altri due (340, 293 e 196 cm3 per gli animali dei trattamenti A, M e B, rispettivamente; P<0,01).
Il trattamento ricevuto durante la fase di allattamento non ha provocato differenze nell’area della cisterna mammaria in nessuna delle fasi in cui è stato eseguito il controllo (P>0,10). Tuttavia, nel momento precendente alla sincronizzazione dell’ovulazione è stata osservata una maggiore area cisternale (P<0,01) negli animali appartenenti al trattamento A della fase di crescita (0,60 cm2) rispetto a quelli del trattamento B (0,29 cm2), mentre gli animali appartenenti al trattamento M hanno mostrato un valore intermedio (0,34 cm2). I bassi valori osservati nell’area della cisterna mammaria potrebbero essere dovuti al fatto che in questa fase della vita dell’animale non è presente secrezione lattea in quanto la funzione principale della cisterna è quella di permettere l’accumulo del latte secretto dall’animale nell’intervallo tra due mungiture consecutive. Inoltre, le differenze tra i trattamenti potrebbero spiegarsi con il diverso volume totale della ghiandola mammaria indicato nel punto precedente.
Non sono state osservate inoltre differenze statisticamente significative (P>0,10) nell’area cisternale né a 90 giorni né a 135 giorni di gestazione (0,54 e 3,57 cm2, rispettivamente), e neanche durante il periodo di lattazione (con valori medi di 37,8; 43,4 e 48,3 cm2 alle 8, 14 e 22 ore postmungitura, rispettivamente). L’incremento osservato nell’area della cisterna mammaria nel periodo prossimo al parto o nel momento in qui è stato aumentato l’intervallo tra mungiture è conforme alla sua funzione di accumulo del latte.
Riguardo alla morfologia mammaria nel periodo di lattazione, sono state osservate differenze significative fra i gruppi soltanto nel perimetro della mammela nel primo mese, quando il valore più alto è stato registrato negli animali del trattamento A (56, 51 e 52 cm nei trattamenti A, M e B, rispettivamente; P<0,05). Non sono state osservate differenze significative (P>0,10) negli altri parametri morfologici come risultato della diversa ingestione di energia sia nel periodo di allattamento che in quello di crescita e in nessuno dei momenti delle fasi della lattazione in cui sono stati controllati, e che potrebbe essere relazionato con l’assenza di differenze nella produzione di latte nel corso della lattazione. In questo senso, sono state osservate correlazioni positive tra la produzione del latte e i parametri che definiscono la morfologia mammaria, ma non in referento ai capezzoli.
In relazione al profilo ormonale, soltanto allo svezzamento il livello di ingestione ha comportato differenze significative (P<0,01) nella concentrazione di IGF-I (437 e 314 ng/ml per gli animali dei trattamenti AL e Rs, rispettivamente). L’IGF-I e l’insulina sono stati influenziati positivamente dal trattamento alimentare a 5 mesi di età (P<0,01) e come conseguenza dell’alimentazione tra lo svezzamento e questo periodo è stata osservata una correlazione positiva tra la concentrazione dei due ormoni e la quantità di mangime ingerita dagli animali. Per quanto riguarda il GH questo ormone ha mostrato differenze significative (P<0,05) dovute al trattamento ricevuto soltanto durante la prima fase della crescita ai 10 mesi di età (5,5; 7,2 e 6,8 ng/ml per i tratamenti A, M e B, rispettivamente) e all’inizio della fase di lattazione (P<0,01), dove il valore più alto è stato registrato per gli animali del trattamento B (6,6 ng/ml). Per la prolattina sono stati osservati valori di 224, 219 e 305 ng/ml per gli animali dei trattamenti A, M e B, rispettivamente (P<0,001) durante la fase di lattazione, mentre nel resto delle fasi non sono state trovate differenze significative (P>0,10).
Il trattamento a cui sono stati sottoposti gli animali durante il periodo di allattamento no ha causato differenze significative (P>0,10) né sulla fertilità degli animali né sulla prolificità, con percentuali vicine al 80% ed al 160%, rispettivamente. Tuttavia, la quantità di alimento ricevuto dagli animali durante la prima fase della crescita, anche se non ha comportato differenze sulla prolificità, ha influenzato positivamente il tasso di fertilità (P<0,05) negli animali del trattamento B (90%). Quest’ultimo effetto potrebbe essere posto in relazione con una maggiore disponibilità di progestageno in queste agnelle, alle quali, nonostante mostrassero un PV e una più bassa condizione corporea alla sincronizazione dell’ovulazione, a tutte è stata aplicata la stessa dose di FGA (fluorogestone acetato, 80 mg).
Nessuno dei trattamenti a cui sono state sottoposti gli animali durante l’allattamento e la crescita ha provocato differenze nella produzione del latte, con un valore medio di 1,59 e 0,76 l/capo al giorno per le frazioni di latte munto e di latte residuale, rispettivamente (P>0,10). La stima della produzione di latte in 150 giorni di mungitura e la persistenza della lattazione non sono state diverse (P>0,10) tra i trattamenti di allattamento e crescita, mostrando valori medi per questi parametri di 260 kg/capo e -22,9 g/capo e settimana, rispettivamente. Questi risultati mostrano che le variazioni osservate nella composizione della ghiandola mammaria a 5 e 10 mesi di età non sono state mantenute durante la lattazione, e questo ha comportato che non siano state osservate differenze significative in nessuno dei parametri relativi alla produzione del latte. Allo stesso modo, la composizione del latte non è stata diversa tra trattamenti (P>0,10), non sono state riscontrate differenze né sulle percentuali di ognuno dei componenti (grasso, proteina, lattossio e residuo secco) né sulla quantità prodotta, sia nella frazione di latte munto che su quella residuale.
Concludendo, si può affermare che in agnelle di razza Assaf Spagnola il livello di ingestione di energia tra la nascita ed i 5 mesi di vita anche se ha influenzato sia l’accrescimento degli animali sia lo sviluppo della ghiandola mammaria almeno fino ai 10 mesi di età, non ha prodotto effetti significativi sulla quantità e sulla qualità (grasso, proteina, lattosio e residuo secco) del latte prodotto durante la prima lattazione.
Anche se si tratta di uno studio preliminare, è risultato evidente che la produzione di latte delle agnelle di razza Assaf Spagnola non viene influenziata dal livello di ingestione di concentrato nel periodo prepuberale, durante il quale, pertanto, non sarebbe raccomandabile, in considerazione anche dei costanti aumenti di prezo ai quali sono sottoposte le materie prime utilizzatte per l’alimentazione del bestiame, la somministrazione ad libitum dei concentrati agli animali di rimonta. Inoltre, ritmi di accrescimento moderati (circa 150 g/giorno ottenuti con il trattamento M) permettono di raggiungere il PV adeguato per l’accoppiamento ad un’età compresa fra gli 8-9 mesi e, di conseguenza, di non allungare il periodo non produttivo degli animali.
[EN] The growth and development of the mammary gland are determinant factors of the animals’ milk production capacity. In cattle, it is known that a high energy intake during the prepuberal period can reduce the mammary gland growth and, consequently, impair the milk production. However, there is a shortage of information referring to sheep.
This research study was therefore proposed with the aim to investigate, in Spanish Assaf ewe lambs, the effect of different levels of energy intake, from birth to 5 months of age, on animals’ growth rate, mammary gland development and milk production in the first lactation.
One hundred and twenty Spanish Assaf ewe lambs were randomly assigned to different experimental treatments according to a 2×3 factorial design: 2 levels of intake during the suckling period [High (AL: 1,5 MJ EB/kg PV0,75 and day) and Low (Rs: 0,9 MJ EB/kg PV0,75 and day)] and 3 levels of concentrate intake, from weaning to 5 months of age (first phase of the rearing period) [High (A: concentrate ad libitum), Medium (M: 25 g of concentrate/kg live weight and day) and Low (B: 15 g of concentrate/kg live weight and day)]. During this phase, barley straw was offered ad libitum to all the animals. From 5 months of age onwards, all animals were fed ad libitum, regardless of previous treatment, with the same total mixed ration, which composition was adapted for the different periods (from 5 months of age to the end of the first lactation).
Throughout the whole experiment, both live weight and feed intake were weekly recorded. At 5 and 10 months of age, mammary gland composition (volume of the parenchymal and extraparenchymal tissues) was estimated by computed tomography and the ultrasonography was used to assess the mammary cistern area just before the pregnancy, at 90 and 135 days of pregnancy, and at different milking intervals during the lactation (8, 14 and 22 hours post milking). A morphometric analysis of the mammary gland was carried out during the lactation (udder volume, circumference, width and depth, cisterns height, and teats length, width and insertion angle). Moreover, the serum concentrations of the hormones GH (growth hormone), IGF-I (insulin-like growth factor), insulin and prolactin were determined at weaning, at 5 and 10 months of age and at the beginning of the lactation phase. In addition, during the first lactation, milk production and composition (fat, protein, lactose and total solids) were also studied.
As a result of the experimental design, at weaning (fixed for a minimum live weigh, age and solid intake), the live weight of the animals (mean values of 17.8 and 13.7 kg for treatments AL and Rs, respectively) and the daily gains of live weight (250 and 208 g/day) differed between treatments (P<0.001). However, no differences related to the level of intake during the suckling period were observed later on (P>0.01) for either the dry matter intake, the daily gain or the live weight, which was probably due to the fact that the levels of concentrate intake fixed for the first phase of the rearing period, masked this effect.
During this first phase of the rearing period, and also due to the experimental design, both the daily gain and the live weight at the end of the phase were significantly different among treatments (P<0.001), with daily gain values of 261, 161 and 105 g/animal and final live weights of 42.2, 32.8 and 26.1 kg for treatments A, M and B, respectively.
The total mixed ration intake was similar (P>0.10) among treatments during the second phase of the rearing (from 5 to 10 months of age) and the pregnancy and lactation periods (1.76, 1.58 and 2.34 kg MS/animal and day, respectively for each of the three periods). Despite this, during the second phase of the rearing period, the animals on treatment B showed an 8% greater growth rate than those on treatment M, and the latter a 28% greater rate than those on treatment A (P<0.001). These differences in the live weight daily gain might be due, on the one hand, to the higher capacity of intake of the animals on treatments M and B, in relation to their body size, possibly related to the high intake of barley during the previous phase. On the other hand, they may be due to the lower maintenance requirements of these lambs (M and B) as a consequence of their also lower live weight, which, together with the previous reason (the greater ingestion), may have given rise to a compensatory growth.
Nevertheless, in spite of the differences observed in the ewe lambs’ live weight daily gain between 5 and 10 months of age, the live weight at mating (10 months of age) was still different among treatments (70.3, 64.4 and 58.9 kg for groups A, M and B, respectively; P<0.01). Neither at the end of the pregnancy nor at the moment of the dry-off the live weight varied among treatments (P>0.10), showing mean values of 83.6 and 78.8, respectively.
The different live weight daily gain during the first phase of rearing meant that the mammary gland and extraparenchymal tissue volumes (estimated by TAC) differed among treatments (P<0.001) at 5 and 10 months of age, while the volume of parenchymal tissue was only different at 10 months of age (P>0.05). In all cases, the greater volume was observed for the animals on treatment A, which may be accounted for, at least partly, by the greater live weight of these lambs at both moments. Despite that, the percentage of mammary parenchyma at 5 months of age was greater (P<0.001) for the animals on treatment B (13, 19 and 38% for treatments A, M and B, respectively), while these differences disappeared at 10 months of age. On the contrary, at that moment, the volume of extraparenchymal tissue was 38% lower for the animals on treatment B compared with the other two (340, 293 and 196 cm3 for treatments A, M and B, respectively; P<0.01).
The level of intake during the suckling period did never cause differences in the cistern area (P>0.10). However, just before the beginning of the pregnancy, a greater cistern area was observed (P<0.01) in animals on the treatment A of the the rearing period (0.60 cm2) compared with the animals on treatment B (0.29 cm2), those on treatment M showing an intermediate value (0.34 cm2). The low values observed in the area of the mammary cistern are probably due to the fact that the principal function of this structure is to accumulate the milk secreted by the animal during the milking interval and, at that moment, there was no milk secretion. The differences among treatments might also be explained by the different volume of the mammary gland indicated previously.
The cistern area was not significantly affected (P>0.10) at 90 and 135 days of pregnancy (0.54 and 3.57 cm2, respectively) or during the lactation (with mean values of 37.8, 43.4 and 48.3 cm2, at 8, 14 and 22 hours post-milking, respectively). The increase observed for the cisternal area as the lambing approaches or the milking interval increases is consistent with its milk accumulation function.
The udder morphological measurements conducted during the lactation period did not show significant differences (P>0.10) between treatments, except for the mammary circumference at the first month of lactation, which showed greater values in the animals on the treatment A of the rearing period (56, 51 and 52 cm for treatments A, M and B, respectively; P<0.05). None of the other morphological traits showed significant differences associated to the two main variation factors, during the lactation (P>0.10), which was probably related to the absence of differences in milk production throughout the lactation. In this respect, positive correlations were observed among the milk production and most of the traits defining the external morphology of the udder, but not with those related to the teats.
Regarding the hormonal profile, significant differences (P<0.01) at weaning were only observed for the IGF-I concentration (437 and 314 ng/ml for the animals on treatments AL and Rs, respectively). This hormone, as well as the insulin, were also different at 5 months of age (P<0.01), as a consequence of the level of intake from the weaning to that moment: the greater the level of concentrate intake, the higher their levels. GH only showed significant differences (P<0.05), due to the treatments during the rearing period, at 10 months of age (5.5, 7.2 and 6.8 ng/ml for A, M and B, respectively) and at the beginning of the lactation (P<0.01), when the greatest value corresponded to the animals on treatment B (6.6 ng/ml). During the lactation, the prolactin presented mean concentrations of 224, 219 and 305 ng/ml for treatments A, M and B, respectively (P<0,001). Nevertheless, given the lactogenic and galactopoietic function of this hormone, differences were neither expected nor observed at any other phase (P>0.10).
The treatment received by the animals during the suckling period did not significantly affect (P>0.10) their fertility or prolificacy, with rates close to 80% and 160%, respectively. The amount of feed consumed during the first phase of the rearing period did not cause differences in prolificacy either (P>0.10). However, it resulted in a greater fertility (P<0.05) in the animals on treatment B (90%), which may be related to a greater availability of progestagen by these ewe lambs because, even though they presented a lower live weight and body condition score at the ovulation synchronization, the same dose of FGA (fluorogestone acetate, 80 mg) was administered to all the animals.
No treatment during the suckling and the rearing period caused differences in the milk production measured weekly and the mean values observed for the milking and residual fractions were 1.59 and 0.76 kg/animal and day, respectively (P>0.10). The daily milk production estimated for 150 days of lactation or the persistency of lactation were not significantly different (P>0.10) among treatments either, the mean values for these parameters being 260 kg/animal and –22.9 g/week, respectively. In agreement with these results, it seems that the variations observed in the mammary gland composition at 5 and 10 months of age were not maintained during lactation, which would explained that no significant differences in the milk production parameters were observed. In line with that, the milk composition was not different among treatments (P>0.10) either. Neither the percentage nor the daily yield of each component (fat, protein, lactose and total solids) was different in the milking or the residual milks.By means of conclusion, it may be stated that, in Spanish Assaf ewe lambs, even though the level of energy intake from birth to 5 months of age affects the animals’ growth and the mammary gland development, at least until 10 months of age, it does not affect the milk production and composition (fat, protein, lactose and total solids) during the first lactation.
Although these are preliminary results, it seems that, in Spanish Assaf ewe lambs, the level of concentrate intake during the prepuberal period does not influence their milk production. Therefore, taking into account the present price of the prime matters used in livestock feeding, it would not be advisable that the animals were offered the concentrate ad libitum. In addition, moderate growth rates (around 150 g/day, achieved with the treatment M) would allow to reach the suitable live weight for mating at an early age (8-9 months) and would not prolong the animals’ non-productive period.
Este trabajo ha sido financiado por la Junta de Castilla y León (Proyecto CSI01B05).
Peer reviewed