Se sostiene que la transformación de la dinámica poblacional conocida como “transición demográfica” es un importante motor de cambio no sólo en la distribución de la población entre las diferentes edades, sino también en la de los roles tradicionalmente asignados a cada sexo.
Se trata de cambios estrechamente relacionados. El creciente peso de las personas de edad madura y avanzada, y la generalización de la supervivencia hasta dichas edades, abren nuevas posibilidades de organización social y familiar, y nuevos “diseños” de ciclo vital individual. Sostendré que la distribución de roles productivos y reproductivos está dejando de tener al sexo como eje, para articularse en torno a la edad. Es bien sabido que las edades jóvenes y adultas se orientan cada vez más hacia comportamientos hasta ahora considerados “masculinos”, y se sugiere que las edades maduras y avanzadas podrían estar experimentando una preponderancia inversa de aquellos otros hasta ahora considerados “femeninos”. Es esa “feminización de la vejez” el fenómeno que se pretende demostrar a continuación, argumentando, además, las ventajas y riesgos sociales que implica.
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