El 8 de mayo de 1794, tres meses antes de la caída de Robespierre, Lavoisier fue decapitado. La sentencia se ejecutó tras denegarle el aplazamiento solicitado para terminar unos experimentos que de otro modo
quedarían inconclusos. La respuesta que recibió del tribunal de apelación fue sumaria: "La République n'a pas besoin de savants". ¡Que grandiosa estupidez! Desde entonces disponemos de un hermoso símbolo para reflexionar sobre las difíciles relaciones históricas entre las dos repúblicas, la de los sabios y la de los políticos.
A patir de esta experiencia, se identifican otros casos, antiguos y modernos, que permiten una reflexión sobre el mito de las dos culturas.
Peer reviewed