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La definición de biotecnología no es tarea fácil a pesar de la actualidad e importancia que ha adquirido este término en los últimos años o incluso la beligerancia que suscita entre determinados colectivos. El convenio resultante del proceso de reflexión llevado a cabo en el mundo desarrollado a lo largo de la primera mitad de los ochenta, asume la coexistencia de dos definiciones. La primera de ellas cobija bajo el término biotecnología al conjunto de técnicas que utiliza organismos vivos (o parte de ellos) para obtener productos o modificarlos, mejorar plantas o animales, o para desarrollar microorganismos con fines bien determinados. Esta definición abarca tanto los nuevos instrumentos biológicos como los métodos tradicionales de selección genética que desde los albores de la civilización humana se vienen aplicando, en un principio de modo intuitivo, posteriormente sobre la base de las leyes de la genética o del conocimiento bioquímico o fisiológico para la mejora de productos agrícolas, ganaderos o de fermentación. La segunda definición, más acotada, concierne a la nueva biotecnología que ha empezado a aplicar con fines comerciales las técnicas del ADN recombinante, la fusión celular y nuevos procesos de bioingeniería. Esta precisión me parece absolutamente imprescindible para acometer, o intentarlo al menos, un debate racional sobre los usos, con sus ventajas e inconvenientes, de la biotecnología. En contra de una tendencia natural que me ha llevado durante mucho tiempo a dar por supuestas y conocidas las cosas que para mí lo son, ahora he cambiado de estrategia y me planteo insistir sobre estas definiciones, ya que estimo que es el punto de partida obligatorio para el encauzamiento de cualquier debate que se relacione con las aplicaciones de las propiedades de los seres vivos a fines productivos y comerciales (véase por ejemplo Muñoz y Bas (1997)). El debate sobre la biotecnología y su empleo en un determinado sector de la economía debe incorporar en mi opinión una visión analítica retrospectiva en la que se contemple lo que esa tecnología, en la primera acepción, ha supuesto en ese sector o en un determinado campo de aplicación y cuales son los eventuales beneficios o problemas que su aplicación ha supuesto, aproximación analítica que se enriquezca, a su vez, con la orientación comparativa que ponga de relieve las ventajas o inconvenientes que surgen con la utilización específica de métodos o técnicas propias de la nueva biotecnología. Este encauzamiento me parece imprescindible desde el punto de vista técnico para avanzar por el camino del debate racional que tenga en cuenta la evolución social que viene marcada por el tránsito o la síntesis de la sociedad moderna (la noción que Habermas construyó sobre el proyecto ilustrado, 1971, 1989) a la sociedad del riesgo que se articula alrededor de los análisis y propuestas de una serie de científicos sociales que encabeza Ulrich Beck (1986,1992) y al que han seguido, entre otros, H. Margolis (1993,1996), Scot Lash y Brian Wynne (1992, 1996). |
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